martes, 5 de noviembre de 2013

Personas

Mirarle a los ojos, y ver a una persona. Una persona como tú. Esa mirada agrietada por los años, las manos resecas por el pasar de los lustros. ¿Qué pasará por su cabeza? ¿Cuáles son sus sentimientos?  ¿Qué pensará de estos pobres ingratos que nos creemos superiores? En un mundo dónde le ven como un incordio, él solo quiere que le dejen en paz y tener un colchón donde reposar la soledad del día.
Parecen inmunes a las miradas de apatía que les mostramos día tras día, semana tras semana. Es cierto que a veces nos piden con más insistencia de la que nuestras prisas infundadas pueden aguantar, pero al menos merecen que les miremos a la cara, como si fueran lo que son: personas.

No hay cosa que llene más que la sonrisa de estas personas: un detalle, una buena cara pueden ser lo máximo que reciban, y sí, depende de ti y de mí. Quizá no podemos ir dándoles todo lo que nos gustaría, aunque seguro que podemos ayudarles más, pero una sonrisa, unas palabras, ¿es tan difícil?...  La angustia que deben sentir, la soledad que muchos sólo son capaces de ahogar en alcohol... ¡No somos conscientes! Mirarle cara a cara, imaginar lo que piensa, la incomprensión que le acompaña junto al frío desgarrador de nuestra indiferencia…

Piénsalo, ¿desde dónde lees esto? En casa con el PC, o en un Starbucks con wifi y un buen frapuccino, bien vestido... Quizá hemos notado la crisis con especial virulencia, pero seguimos teniendo mucho por lo que dar gracias. No lo olvides cuando vayas por la calle: hay gente que cree haber perdido hasta el derecho a recibir una sonrisa alentadora y no es justo. Y sobre todo, no olvides que como tú y como yo, ante todo son personas…