domingo, 9 de marzo de 2014

El nacimiento de un genio

Quizá para escribir tengas que ser un genio. Escribir es un arte. Un arte que se tiene o no se tiene. Es un don que los dioses conceden a algunos pocos para que narren sus desventuras. Escribir, lo hacemos muchos. Escribir escribir, lo que se dice escribir, lo hacen unos pocos genios. Sin embargo como todo arte, debe ser trabajado minuciosamente, merece que se le dedique el mejor de nuestro tiempo. El mejor escritor, como en cualquier cuestión de la vida, debe tener un gran talento, pero sin trabajo no llegas a ninguna parte, y por lo tanto a escribir se aprende escribiendo. Además este arte requiere, aunque parezca una paradoja, mucha lectura. O al menos eso dicen todos aquellos a los que les cuento mis pesares y mis alegrías sobre qué debo hacer con mi vida. Afirman que para escribir hay que tener algo que contar y adquirir un estilo sobre cómo hacerlo. En ambos casos leer es básico. En estas me hallo, leyendo y leyendo, pero forzarme a escribir debo, por lo que mientras lees esto asistes a un ejercicio de exigencia. Me gusta escribir, pero apenas he leído nada y por lo tanto no sé ni sobre qué escribir ni cómo hacerlo. Sin embargo aquí me tienes escribiendo. Soy un novato, pero como todo buen artista voy trabajando en ello y por lo tanto, mientras sigues leyendo estas líneas asistes sin saberlo, o quizás sí lo sepas, al surgimiento de un genio. Espera tranquilo que mientras pasa el tiempo, yo voy mejorando para narrar los sucesos del Olimpo.